Azul es la marama del Ritonelo. Y cuando se enoja se pone había. El Ritonelo saca a relucir toda su pelambre enjabonada y practica jugosos morbos. Declina el mantenimiento de su lateralidad en amánticor sustilinio. Correspone entonces que el animal revise su cuaderno onomatopéyico para así poder entenderle mejor a las gentes del camposanto. En ese escalonado bar de putas el Ritonelo pronuncia la palabra ganadora y se lleva a la minísima al otro campamento de surtidores para surtirle su suricato. Suerte piensa el Ritonelo que no hay discípulos espiándolo porque sino se armaba la dagór y vaya uno a saber cuándo volverían a mostrarse así de claritos los párpados del afelpado gladiador. Suerte dice el arrinconado mientras emerge.
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