sábado, 30 de agosto de 2008

CAPÍTULO 2

El Ritonelo siente que se está quedando sin pasión. Camina preocupado porque no hay menos que diez u once elevamientos semanales y faltan catorce para la emigración. Siente también que se esconden sus amasijos de pegamento debajo de los rincones de la estufa. La estufa adquirida en la parada caminera o en la comisaría quinta. En la putrefacción perenne. Inmole. De golpes sangrosos. El ritonelo angustiado siente un ulular de entre sus huesos que piden remedio. Que piden costras. Entonces el animal enceguece y mastica hasta reventar todo aquello que se parezca a su postura. Nadie puede saludarlo sin convertirse en melodía feroz. Atiéndase esto: sin momificarse lateralmente de costado lateral.

miércoles, 27 de agosto de 2008














esta sería una impresión arborea del rostro del Ritonelo
sin embargo nos quedan serias dudas
tal vez sólo sea un simple tronco de árbol

domingo, 24 de agosto de 2008

CAPÍTULO 1

El Ritonelo conoce muchas variaciones de la palabra emboscada y por eso saluda siempre de madrugada cuando nadie lo alcanza a reconocer. Amanecen despavoridos cánticos en la puerta del animal y se oyen murmuraciones algo así como un jui!!!! jui!!!! Quiero Coca-Cola. Todo lo que hace que el Ritonelo se agazape y luego ataque devorando los cuerpos desmembrados de sus hijitos. Mueren todos los que se le acercan. Mueren entre los colmillos caramelo del hocicudo depravador que no les hace caso cuando le advierten que se detenga siempre antes de subir. El Ritonelo come con los ojos insectos que no encuentran luz y que se le van chocando entre las amígdalas hasta formarse el bolo fecal. Y el animal enojado embiste para saciarse engullendo muertes ajenas o ajadas palmípedas encubiertas moderadoras del splash violento de una canción.